miércoles, 27 de enero de 2010

LAS CIENCIAS HUMANÍSTICAS Y LOS “ESTUDIOS VISUALES” Verticalidad y Horizontabilidad; Euro-centrismo y Anglo-centrismo


1.- CIENCIAS HUMANAS Y HUMANÍSTICAS.

El ser humano tal vez sea el organismo vivo de más difícil catalogación. Desde los orígenes de la especie, hemos intentado estudiar y analizar mediante diferentes métodos nuestras formas de comportamiento, ya sean vitales o psíquicas. Esto ha hecho que se produzca una ruptura entre ciencias del cuerpo y ciencias de la mente o sociales (Ciencias y Humanidades) o “juegos de verdad” por llamarlas de alguna manera. Esta separación permite que cada una se someta a un espacio de estudio diferente, dividiendo el cuerpo en dos, pero también observamos que entre las diferentes ciencias existen campos de indeterminación, que comparten características de dos o más ciencias por lo que la simbiosis y las conexiones entre ellas son comunes, y cada vez tienden a mezclarse más. Estas yuxtaposiciones de unas ciencias con otras no son más que un reflejo de la complejidad del ser humano, y de lo que es; una estructura viva llena de campos que se entremezclan, se solapan, yuxtaponen y ejercen su influencia sobre el resto. Pero esto se complica cuando hablamos de las ciencias humanas debido a su carácter psico-rizomático. En ellas los límites están disueltos y son fluidos, y participan de las características del rizoma en su núcleo. Son fácilmente conectables unas con otras debido precisamente a esas débiles fronteras. Así, se pueden establecer conexiones entre la historia y la filosofía, o entre la Psicología y la historia del arte, por no decir entre la geografía y la etnología, o incluso podemos hablar de la existencia del Bio-Arte, y es frecuente, sobre todo en la postmodernidad, encontrarlas trabajando conjuntamente. La lista sería interminable pues tendríamos que tomar dos grupos con todas contenidas en ellos e ir relacionando cada una de un grupo con todas las del otro. Así podemos decir que lo uno forma parte de lo múltiple, de la multiplicidad de ciencias humanísticas. Esta movilidad de sus formas hace imposible su reducción dentro de unas fronteras rígidas. Por otra parte, esta confluencia de campos en común entre ellas también las enriquece. Como si de un rizoma se tratase, cada una es una entidad cuasi-independiente, confluyendo en un espacio armónico en común. No hay una regla que decida dónde acaba una y empieza otra, por lo que su estabilidad es efímera y se debe a un pacto anárquico entre ellas. En esta estructura de estudios, ningún ámbito es indispensable. Si hemos asistido al final de la etnología debido al agotamiento de su materia de estudio no ocurre absolutamente nada ya que la etnología no es indispensable, como puede pasar con cualquier otro estudio humanístico en breve o a largo plazo. Tan solo la filosofía, como nexo de unión que llena los huecos que surgen entre ellas se configura como hilo conductor, como argamasa que da vigor y solidez a toda la estructura, es a la que se le puede otorgar cierta primacía sobre el resto, en búsqueda de la perfección y el equilibrio desde la certeza de su imposibilidad. Esto supone un fortalecimiento del conjunto de los estudios humanísticos, que no es más que un indicativo del funcionamiento de nuestra mente. Aparecerán y desaparecerán numerosas partes de los estudios humanísticos y el ser humano seguirá evolucionando. Debido a todo esto, y en sintonía continua con el rizoma, la unidad absoluta no existe, como no existe el estudio humanístico absolutamente independiente. La historia del arte, por ejemplo, toma fórmulas e ideas, para una mejor interpretación de obras, de la Psicología y de la historia, así como en la última mitad de siglo, de la etnología, pero por esto no deja de ser historia del arte.
Esto nos lleva a deducir que los estudios humanísticos no son aprensibles en su totalidad; ni podemos reducir nuestra elección a una parte de cada uno según nos interese obviando el resto, ni mucho menos a todo el conjunto de los estudios humanísticos debido a su fluidez y movilidad. Nadie puede hacer un estudio absoluto de la historia del arte, ni de la historia, debiendo decantarse por un aspecto de estas. Por otra parte y para finalizar con este breve desarrollo, cabe decir que dichos estudios humanísticos no responden a ningún modelo estructural ni generativo ya que no parten de nada tangible y a nada concreto se dirigen.

2.-CIENCIAS HUMANÍSTICAS Y ESTUDIOS CULTURALES

El conjunto de las Ciencias Humanísticas es un espacio que ha tardado miles de años en formarse. Mientras que el urbanismo se comenzó a dar con las primeras construcciones externas y exentas de nuestros antepasados en Próximo Oriente, la filosofía comenzó en la Grecia clásica (S. VII a. c.), la historia comienza en fechas cercanas a la filosofía (Heródoto, Históriai), y la Psicología o la historia del arte son materias de “reciente” creación. Esto no quiere decir que unas sean más importantes que otras. Desde mi punto de vista, cada una surge en el momento en que se dan las condiciones de madurez social e histórica oportunas para ello. Podemos, de esta forma, imaginar que en los años venideros veremos surgir otras formas de pensamiento que intenten explicar el mundo en el que surgen. Sin embargo, en el momento epocal que vivimos, estamos asistiendo a la progresiva reinterpretación y revisión de todas estas ciencias humanísticas y científicas bajo la mirada de la postmodernidad (modernidad líquida o sociedad postindustrial). Esta revisión de lo que hemos construido durante siglos nos sitúa en un momento de indeterminación y crisis de las disciplinas tradicionales así como de los mismos objetos que estas materias estudian. El arte está en crisis desde hace varias décadas, por ejemplo, o incluso ha llegado a su fin según Arthur Danto. Hemos llegado al final de un sistema de ciencias jerárquicamente organizadas y en este momento histórico estamos intentando poner en cuestión nuestras ciencias tradicionales sin saber muy bien en qué sentido dirigirnos. Aunque somos conscientes de que nuestro sistema tradicional de ciencias y teorías empieza a no ser válido, en unos casos más que en otros, no sabemos muy bien cómo enfocar este proceso histórico. Los motivos que nos llevan a esta situación son varios y síntoma de una lucha de poder inmanente; por un lado, el desplazamiento de la centralidad geográfica-filosófica y por otro el abandono del axioma de “progreso histórico” en la postmodernidad.

Por una parte, las diferentes ciencias han dedicado gran cantidad de esfuerzos en los últimos cuarenta años a revisar sus fundamentos y sus fines desde dentro. Tanto la Historia, como la Historia del Arte, la Psicología o la sociología (aún joven) han sufrido procesos de revisionismo recientemente, por ejemplo, con las teorías Feministas dentro de la Historia del Arte. La emergencia de los “Estudios Culturales” tiene una pretensión parecida de estudio y análisis de la humanidad pero con la necesidad no se sumarse al resto para aportar su granito de arena, sino de sustituir a casi todas las anteriores. Mientras que las primeras pretendían reencontrar un sistema que fuera valido para seguir caminando durante otros cientos de años como hemos venido haciendo hasta ahora, mejorando el sistema, los segundos pretenden eliminar las diferentes ciencias humanísticas para posicionarse en su lugar y ejercer su poder como forma de nuevo conocimiento del mundo que creamos. Este movimiento de revisión parece responder a esa necesidad Postmoderna de reinterpretar y reinventar todo lo que hemos ido construyendo y acumulando durante siglos. La Postmodernidad, como época de crisis en sí, es un momento propicio para estas críticas. Ante el vacío existencial en el que vivimos, y cuando se han proclamado “el fin de la historia” o “el fin del arte” . La cuestión es saber si los Estudios Culturales representa la mejor forma de hacerlo o es mejorable, y sí es realmente necesario la eliminación de todo lo anterior por obsoleto y suplantarlo por los Estudios Culturales. Para explicar esto lo haré comparando estos nuevos estudios con los tradicionales a partir de su estructura de rizoma.

Como partida, comenzaré explicando que los Estudios Culturales, partiendo de su origen plural e interdisciplinar, pretenden ampliar el campo de investigación de las ciencias humanísticas, tan amplio ya, y que, como he explicado más arriba, se opone a ser clasificado y acotado de este modo. Surgidos en la década de los 60 en la escuela de Birmingham, pretenden aglutinar junto a las conocidas Historia, Arte, Geografía etc. la teoría de los medios de comunicación o la teoría literaria, así como cambiar la Historia del Arte por los Estudios Visuales, encargados de estudiar toda la producción de imágenes por igual, y poner al mismo nivel así al arte con la publicidad, el cine, el diseño, la moda etc. Aunque esto supone un estimulante intento de romper con la tradición jerárquica de estructura vertical, no parece que la mejor forma de conseguirlo sea ésta. Este esfuerzo de horizontabilidad o transversalidad es característico de la Postmodernidad y aunque gratificante y refrescante, se muestra, en muchos casos, inviable. Tanto en los Estudios Culturales como Visuales lo que ocurre es un ejercicio de reduccionismo de los diferentes ámbitos de estudios al espacio común entre ellos, obviando sus particularidades y simplificando sus contenidos acumulados históricamente. Basarse en lo meramente visual para establecer este campo de investigación que iguale todos los subgrupos es un argumento difícil de sostener ya que la filosofía ha demostrado las diferentes cargas de significado existente entre las diversas formas de lo visual. Podríamos hablar de un proceso de “digitalización” de las ciencias ya que, al igual que en la digitalización de los soportes musicales se suprimen “tramos” de sonido para ampliar la capacidad del mismo, en los Estudios Culturales/Visuales se elimina información trascendente para quedarnos solo con la superficie.

No es que las ciencias opongan una resistencia en una lucha que se desarrolla en el tiempo, es que no se puede llevar lo que es diverso, múltiple, fluido e inaprensible, a lo restringido, reducido, fronterizado. Son términos opuestos que no se dejan ser intercambiados. El hecho de que los Estudios Culturales intenten englobar bajo su denominación toda una multiplicidad supone un ejercicio de reduccionismo tan grande como inservible, “La universalidad acarrea vaguedad” . Si tenemos que obviar u olvidar ciertas características o contenidos de las ciencias humanas para que quepan en un concepto que, además, pretende ampliar el grupo con otros campos de investigación tendiendo a la baja, no podemos aceptarlo. Si todos estos ámbitos de estudio caben en el mismo saco, debe ser con todas sus características, no pudiendo tomar lo que nos interesa y desterrar lo que sobra. Por ejemplo, no podemos estudiar de la misma manera el arte y los cómics ya que su fin es muy diferente y, aunque coinciden en el uso de la imagen, ese es prácticamente su única coincidencia. Y si tenemos que eliminar contenido de los estudios humanísticos para equipararlos a los visuales, entonces tal vez deberíamos continuar con ciertas diferencias de estatus y nivel entre ellos y buscar otro camino intermedio. Con esto no quiero decir que yo me oponga, de entrada, a los Estudios Visuales como espacio adecuado para el estudio de las formas de expresión, comportamiento, etc. del ser humano, sino que el camino por el que se está haciendo no es el más apropiado.

Otro aspecto criticable es que si realmente es cierta mi impresión y podemos establecer esta metáfora de los Estudios Humanísticos con la estructura de un rizoma, Los Estudios Culturales no tiene capacidad de abarcar todo este espectro tan amplio ya que las estructuras rizomáticas son inaprensibles en su totalidad. La autonomía de la que gozan las ciencias humanas no permite su inclusión en un grupo tan amplio, donde pertenecer a él significa una pérdida. Esto conlleva, como ya comenté, un ejercicio de reduccionismo. El método absoluto en ciencias humanas es imposible no solo en su totalidad, sino en cada uno de los subgrupos que la componen, y si ya es complicado su búsqueda, los Estudios Culturales solo pueden complicarlo más en vez de arrojar luz. Si ya dentro de cada uno de los estudios humanísticos es imposible pretender un metodología totalizadora, como ocurre dentro de la Historia del Arte, conseguirlo dentro de los Estudios Culturales/Visuales no solo es imposible sino estúpido ya que aparte de la sabida imposibilidad, no aporta nada nuevo y complica más el debate. Esto nos puede llevar a un caos metodológico y hermenéutico. No podemos pretender solucionar el problema postmoderno obviando todo lo anterior, eliminándolo como si fuera una búsqueda inútil durante siglos, para sustituirlo por algo completamente diferente. La situación de dichos Estudios Culturales quedaría como bastante ambigua pues toma el rol de las Ciencias Humanísticas como una totalidad pero a la vez quiere hacer de hilo conductor entre los subgrupos, como la filosofía, configurándose en parte de esa totalidad. Ambos papeles son incompatibles para un mismo espectro por la complejidad del sistema, o suplanta a las Ciencias o a la Filosofía, pero a los dos nos plantea un problema de compatibilidades.

Creo que los Estudios Visuales surgen en un contexto de dominio anglosajón del mundo para proporcionar al imperio un fondo intelectual, por así decir, para dotarlo de contenido conceptual e incluso para, desde esta nueva “razón”, justificarlo. Pretenden imponerse a las Ciencias Humanísticas no solo como una nueva forma de concebir el mundo, sino como una nueva forma “anglosajona” de concebir el mundo, para lo que necesita eliminar, como toda cultura que se impone a otra, cualquier registro de lo anterior. Igual que los Reyes Visigodos necesitaban eliminar todas las mezquitas como símbolo de su victoria sobre el invasor musulmán, los Estudios Visuales necesitan erradicar cualquier huella de las ciencias humanas como creación Europea. Pero no pueden hacerlo mediante la quema de libros en plazas públicas, así que recogen todas las disciplinas científicas y humanísticas, las meten en su coctelera, las agitan bien, las escancian sobre cualquier sedimento de vida y nos lo presentan como lo mejor en este momento. Las Ciencias Humanísticas responden a una concepción del mundo euro-centrista, surgidas de la razón dominante Europea en unos siglos de dominio Europeo del mundo (S. XV-1940) y no se corresponde con el momento de dominio socio-económico-cultural anglosajón en el que nos encontramos. Tras la segunda guerra mundial, el centro neurálgico del mundo se trasladó al mundo anglosajón tanto en lo militar, como en lo económico, cultural y lo político. EE.UU. Salió muy fortalecido de la Segunda Guerra Mundial y Europa, destruida, entró en debacle. La emigración de grandes pensadores, científicos y artistas europeos a Norte América es un ejemplo de esto, huyendo de los fascismos, y contribuiría a fundar el pensamiento norteamericano. Si lo observamos con detenimiento, lo único que le quedaba al anglo-centrismo para imponerse de forma total como imperio tras la II Guerra Mundial no es la creación cultural, que ya la poseían, sino lo que piensa la cultura, el mecanismo encargado de organizar, pensar y criticar la producción cultural. De esta forma se estarán asegurando ser los nuevos directores del pensamiento occidental, que es el camino más eficaz para preservar el imperio. El imperio anglosajón no se contenta con dejar su impronta en la historia mediante el dominio militar, tecnológico, económico y cultural, sino también filosófico mediante la eliminación de ésta y su sustitución por una que pretende ser tal, ¿por la imposibilidad de llegar a igualarla? Tal vez piensen que si logran imponer su nueva forma de pensamiento se estarán asegurando que el mundo va a pensar como ellos dictaminan durante varios siglos, que vamos asumir sus principios como hasta ahora hemos hecho con la cultura Greco-Romana. La Postmodernidad, ese momento histórico tan denostado por superficial y líquido en el cuál vivimos, es el primer proyecto de sociedad pensado y producido por las oficinas de marketing. Un momento histórico que usa los adelantos tecnológicos, la democratización de la cultura, la estabilidad política y el welfare state para crear formas de pensamiento acordes a lo que el imperio marque. Los Estudios Visuales son superficiales como lo es el momento en el que surgen, la Postmodernidad, o como casi cualquier producción cultural de masas o Best Seller, o como es la digitalización respecto del modelo analógico. Lo anglosajón es el adalid de la democracia reinterpretada según su interés, del arte reinterpretado, incluso de la política imperialista re-interpretada, todo ello bajo su particular prisma productivista. Un imperialismo que no necesita de ocupación física del espacio dominado por la imposibilidad de ocupar el mundo entero, sino por la “virtualidad” de la cultura (de nuestro imaginario colectivo; algo que no se toca pero que se ve) que les proporciona grandes beneficios económicos y estabilidad. Cultura y barbarie caminan de la mano.....

lunes, 18 de enero de 2010

REINTERPRETACIÓN E INNOVACIÓN DEL MUSEO

El Museo actual se enfrenta a una recomposición tanto del lugar físico en el que emplaza sus obras, modificando la forma de mostrar el discurso del arte, como de su estructura virtual en la web haciéndola más atractiva e interactiva.

Los Museos de arte contemporáneo, así como otros más tradicionales, más importantes del mundo han comenzado una labor de re-estructuración de sus salas físicas dentro de los muros de ladrillo y sus salas virtuales dentro de los pixeles de la web. El modelo MOMA que se impuso tras la segunda guerra mundial, de presentación de las obras de forma lineal, se ha finiquitado. Estos cambios no son aleatorios ni caprichosos sino que responden a la lógica del mercado neo-liberal: recíclate, reinventate o muere. Como institución, el museo ha pasado de ser un lugar depositario de la cultura artística, un templo cultural, a un espacio multidisciplinar que necesita atraer visitantes para seguir justificando su existencia ante los patrocinadores y, por lo tanto, subsistiendo.


En sus salas, diferentes formas de contar lo que ya antes contaban están dominando las restructuraciones espaciales que se están llevando a cabo, por ejemplo, en nuestro "Reina Sofía", donde se pueden apreciar esculturas africanas junto a cuadros cubistas, así como películas de cine, que nos ofrecen una visión más amplia del cubismo, que deja de estar reducido a unas pinturas de tres artistas. De esta forma se enriquece la apreciación del arte, explicando las influencias de un movimiento artístico así como sus derivaciones en otras artes. Sin embargo, estos cambios corren el riesgo de quedarse en mera restructuración de lugar de una obra si no hay un proyecto expositivo fuerte detrás y una buena planificación. Por ejemplo, José Luís Brea ha criticado la restructuración del Reina Sofía como "meramente superficial". Otros museos que se han embarcado en estos proyectos de cambios son el "Centro Pompidou" de París, en la que se redistribuye toda la exposición en torno a cuatro temáticas y la "Tate Modern" de londres, que dedica una planta entera a montajes temáticos comisariados.

En internet, los museos, hasta ahora, sólo usaban la plataforma como información a usuarios o presentación de obras y fichas técnicas. Ahora, de lleno en internet 2.0 y con unos internautas cada vez más acostumbrados a descargarse ficheros, participar en concursos, etc. las webs de los museos se han vuelto más interactivas y participativas. La casa encendida de Caja Madrid, propone a través de su web, un casting para buscar artistas que participen en un proyecto interactivo. El Meiac, por su parte, ha concebido un visor (netescopio) especial para disfrutar las obras concebidas para la web (net art). El Padro, por su parte permite navegar por sus salas a través de google earth. Todas estas estrategias sirven para acercar las webs de los museos, antes rígidas y sobrias, a unos usuarios que demandan participar e interactuar. De todas formas, no debemos olvidar que nuestro país aún está lejos de la media mundial de conectividad y que todas estas transformaciones virtuales de nuestros museos son accesibles a las pocas personas que paguen mensualmente dado los costes de nuestras conexiones.